Nuestras historias de vida son tan variadas como versiones de playeras polo hay en el mundo, algunas parecen iguales, pero en el fondo no lo son. Se trata sólo de similitudes que las hace más interesantes al darte cuenta del origen tan distante que tienen entre sí. Estas historias nos llenan de riqueza, pero también de mochilas emocionales que nos impiden o nos permiten en el mejor de los casos acercarnos a personas que simplemente necesitamos tener cerca, personas de las cuales tenemos que aprender (por algo aparecieron en nuestra pequeña o gran historia).

Cuántas veces no hemos creído haber ganado batallas que estuvimos seguros eran nuestras, pero que al paso de los minutos, horas, días o incluso años, se convierten en experiencias que quisieras no volver a vivir, porque en el fondo sabes que te hicieron daño, que simplemente dejaste pasar mejores momentos por ganar esas pequeñas batallas en las que creímos. Y no te confundas, no digo que estabas equivocado, ¡para nada!, por algo las defendiste y las atrapaste en lo más profundo de tu ser o pensar, pero, que cuando las circunstancias de tu vida cambian, te das cuenta que no eran tan valiosas como las creías o que simplemente no valieron la pena como para alejarte de esa persona/momento/situación que hoy estarías dispuesta a volver a vivir.

Las cosas son así, y no nos resta más que aprender, entender que por algo llegaron a nuestras vidas, que necesitabas encontrarte con una situación así, probablemente encontrarte con ese espejo para aprender, simplemente aprender, porque seguramente es una piedra con la que te cruzarás hasta que no aprendas a entender que ganarla no te da lo mismo que tomarla, entenderla y transformarla en algo positivo para tu vida.

No es nada fácil, todos hemos perdido amigos, parejas, vecinos, amantes, incluso nos hemos alejado de nuestros padres o hermanos por ganar batallas que necesitábamos pelear, porque en ocasiones nos traicionamos al «poner a prueba» a esas personas que necesitamos afiancen inseguridades en nosotros, pero a veces ellos no están dispuestos a pelearlas, porque simplemente ellos no lo necesitan, y no porque no nos quieran en sus vidas, si no porque simplemente, cada uno tenemos nuestras propias historias, nuestras propias mochilas, nuestros propios fantasmas y cada uno en mayor o menor medida, estamos intentando soltarlos y ¡crecer! -aún si eso significa estar lejos de ti-.

En cualquier caso y bajo cualquier circunstancia, busquemos…intentemos…trabajemos por ganar emociones incluso si ello significa, perder esas estúpidas batallas.

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